¡Venga!
Seamos proxenetas de las musas
y ganemos un dinerillo extra
por este oficio de las letras y la retorica.
Seamos desnudos esqueletos
y dejemos que hierbajos y cebollas
escalen hasta las rodillas.
Lleguemos muy próximamente
frente a mil espejos de agua.
Permitámosles que sean nuestros críticos.
Yo no elegí este sino.
Ser una suerte de maraña fétida y lírica.
Ser una infula.
Yo solo seguía la música,
los tambores y la música de ella.
Ella me empujo falda abajo
y un ejercito de cardos
me perforaron el culo.
Admito nuestra ordalía
del asco contra ti.
¡Oh pequeña puta del parnaso!
Más como te deseamos hoy
terrible e ilustre
ejemplo de la lujuria.
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