En un ocaso
inducido, escribió un par de rimas insulsas para la abrilesca luna que de nubes
se vestía; quince palabras con amor por olor, dieciséis menos una sonatas de
media tarde, diecisiete menos dos suicidios asistidos.
En las
sandalias de un tiempo menos irascible, se giró al arrabal, a la escuela de
bancos verdolaceos para dos, al monte huérfano; saliva brillante en la esquina
superior derecha de la página 45 de una frase....la voluntad es una falacia.
Enfundó el revolver de tinta en una caja metálica de galletas que tenía
por vaina; sedó el amor con un cuento infantil y encendió en la estufa la
memoria analítica, en tanto horadaba la estrofa de una canción "allá
afuera todo el mundo va armado"; simuló armarse de pasividad.
Cual socratesco día, en cosecha de cicuta, un beso encafeinado en
sus acartonados labios abandono, un susurro en el oído derecho "no te
vayas" que el viento atropello, y una huella digital en los dedos de una
mano helada.
Yace en la putrefacción de un absurdo soporífero la idea de caminar
en reversa sobre aquellos pasos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario