domingo, 24 de marzo de 2013

REY DAVID





 Rey David,
Rey David,
hizo languidecer sus propios versos,
si,
los hizo polvo en frente del viento.
Los estiro como cabellos,
como chicle de opio.

De caudales y vertientes, fabricado.
Gran azote había dentro de él.
Bravías guerras sobre sus religiones.
Sus huesos hollados.

Hoz de esta mies,
sus auges como libélulas,
que hacen el baile efímero
de la inmortalidad de un día.

Centinela de las nubes,
¡Oh mi pequeño aviador!
Tu que hacías brillar la luna
desde tus rodillas de marfil.

Cánticos de tristeza
en tu oscuro sabbath:
gimió debajo del cielo
y como gorrión se hizo hermoso.

Le vio dormir, una telaraña,
la elaborada cazadora de planetas.
Sobre él, líneas de tren,
cardos y margaritas.

Y diminuto punto azul, fue,
a 6000 millones de kilómetros
de los ojos de Dios.
El universo también durmió.

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