lunes, 17 de diciembre de 2012

EL LAGO





Alzado crezco frente a El Lago.
Tan enseñoreado ahora, me pronuncio sobre él.
El golpe de pluma del ave que irrumpe,
En ondas mancilla el húmedo rostro.

Izado en el asta de las orillas, veo:
La sombra del filósofo ahogarse por mí.
Insurrección de piedras y pesados cuerpos
-abajo, allá en el fondo-
Contra la inercia y la gravedad.

Y nuestros huesos y retículas, y rodillas y carnes,
Atados al cuerpo del madero
En la bendición del falso compromiso.

Del fragante hedor enamorados, nosotros
¡Oh cedro del Líbano!
Somos ahora como un crucifijo de papel,
Soldado a la verja de fuego.

Pura y blanca virgen,
Ceñida de bruñidas florituras
Cual Penélope de Homero
Aguarda al de Tishbé

¡Oh desciende del cielo, flama!
Ardan como en hogueras nuestras cruces de estaño,
“… como plata refinada en horno de tierra,
Purificada siete veces…”

Ciérnete Elías sobre nieblas y espumas.
Y capas de agua y aire.
A cada extremo se aviva su angustia:
¡Consume su densa gracia en el Cison!




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