Como una llave
cazadora de cerrojos,
daba libertad
a leones de oro,
encerrados en carnales prisiones aristotélicas.
En sus ojos de madera azteca,
un carpintero hebreo,
agraciado del brazo de Moisés,
labró pupilas de tristeza
con cinceles pluma-de-águila.
y mancillo sus huesos,
se arrojo esparcida
en forma de ceniza
a la mirada dolida
de la llanura de agua.
Pienso que ahora se dedica
a la meditación zen.
Creo que da libertad
al espíritu felino
de algún cetáceo astronómico
en un bar del mar Egeo.
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